Crónica de una nueva fiesta sudaka en San Juan
Por el Juancho Mazzeo @largavida.alrock.radio
En un contexto de creciente violencia institucional, con un gobierno perverso y cobarde, los anuncios de nuevos recitales son como un horizonte que te permite seguir caminando. Y el llamado a nueva fiesta sudaka fue como ese suspiro de “uffff… bueno, dale, a seguir andando…”, y ahí nos fuimos para San Juan, recorriendo las rutas nacionales, abandonadas por el gobierno nacional, desde el oeste cruzdelejeño.
La fecha elegida NO es casual, el sentido político del 26 de julio para la familia gardeliana es innegable en sus dos referencias, la nacional con Eva y la latinoamericana con Cuba. Sí, todo arte ES político.
Los días previos comencé a buscar copiloto/a para el viaje, ya que a muches amigues de Rosario y Córdoba se les complicó viajar por cuestiones monetarias, que eran los bondis que podían llegar a pasar por la 38, así que me fui a realizar la ITV para que los ropaprestadas sanjuaninos no me jodan, se sumó la Aye de Villa Giardino como copilota y el sábado antes del mediodía el forcito salía nuevamente a la ruta, que da buena suerte y trae buena gente.
Casi 5 horas de viaje con charlas, mates y pulseras de macramé, para llegar al camping de AATraC, que todavía no sé si es San Juan capital o Pocitos o qué, donde nos encontramos y nos abrazamos con gente amiga de Villa Mercedes, de la Odisea, de Tucumán, Santiago, algunos Sabandijas, Mar del Plata, y otros lugares que ahora no recuerdo pero que van a aparecer en las fotos.








Linda tarde de compartir, escuchando algunas bandas haciendo buen rocanrol, reencontrarme con mi amigo Kikino de Tradición (alta banda de Villa Mecha) y volver a fundirme en un abrazo con el Niko Viñas, recordando que se cumplieron 2 años y medio de conocernos en un recital de Gardelitos en Rosario, allá por principios del 2023 y que ahí comenzó a picarme la cabeza con Cabra da Peste, ja!
Pasadas las 6 de la tarde encaramos por el Cantoni, siguiendo al gps y a mi sentido de ubicación que algo conoce de la ciudad luego de andar por sus calles cubriendo varios recitales. Estacionamos el forcito cerca del estadio y ya observamos mucha tropa riendo en las calles, en una cantidad y con una prepotencia asquerosa. Sigo sin comprender la cantidad y el maltrato por parte de las fuerzas de seguridad hacia un público que va a ver una banda de rock, que genera un movimiento económico a una ciudad paralizada económicamente y muy descuidada por parte de una dirigencia política que no saben gestionar. Pero bueh, siempre es más fácil tirar la culpa a los “negros, drogadictos y delincuentes” del rock, antes de la inoperancia de los gobernantes de turno.
El forcito sirvió de refugio a la mirada de las fuerzas de (in)seguridad y al friasononón que recorría las calles sanjuaninas, donde casi todes terminaron siendo amigues del “Eric de los pancitos” mientras compartíamos historias y algunas bebidas autóctonas.







20.30 nos fuimos al estadio con el Niko, después de saludar a los amigos de Jachal, sacando fotos en el ingreso, saludando personajes hermosos que tiene el mundo del rock y disfrutando de observar como se iba colmando el Aldo Cantoni, como los trapos comenzaban a darle color a frío y gris día, donde la tonada cuyana te seduce y el sentimiento sudaka te abraza provocando un aceleramiento de la ansiedark.
A las 23.30 se apagaron las luces y el delirio fue total: presentación del video El sueño de los locos, Viejo y querido rocanrol, Gardeliando, No puedo parar mi moto, Los querandíes, Lo que vendrá, Dueños del poder, Un taxi, Cobarde para amar, Al pie de la letra, Comandante Marcos, Anabel, Calles calientes, Pájaro y campana, Nadie cree en mi canción, La ciudad que se oculta, Serás mi mujer, El reloj, Crimen del autocine, Último hombre del bar, A pesar del viento. Un descanso de 5 minutos para arremeter con todo: Sortilegio de arrabal, Puño y letra, Envuelto en llamas, Amando a mi guitarra, Mezclas raras.
Dos horas y media para otra gran y hermosa presentación de Los Gardelitos en San Juan, con una banda que suena muy bien, muy ajustada, y cuando se suman los vientos le dan un toque exquisito. Las parejas de baile (de rockanbilly y tango), el ensamble de cuerdas, los invitados a temas puntuales, la escenografía, luces, sonido, esa sumatoria de detalles que potencian el recital, como estímulos que llegan de lugares impensados y no dejan de sorprenderte. Y es parte de lo que dijo Eli, lo de ofrecer y brindarse todo lo mejor desde arriba y detrás del escenario.
Entre canción y canción, el posicionamiento político de la banda, el no tener miedo a sostener que todo arte ES político, esa coherencia entre el decir, el pensar y el hacer. No son tiempos para tibios y para muches, el rock se está convirtiendo en trinchera, resistencia y espacio para construir utopías posibles. Un espacio necesario en estos tiempos violentos.
Mientras el estadio se vaciaba, salimos caminando tranqui y con el corazón contento, remanijas con el anuncio de una nueva fiesta sudaka el 20 de septiembre en Rocksario. Nos despedimos virtualmente de algunos amigos, sabiendo que ya estaban en los micros, pasó la Mica (mendocina comunicadora y fotógrafa) a buscar la mochila y unos aperitivos que durmieron en el asiento trasero, y salimos con la Aye nuevamente a la ruta, hasta Caucete donde cargamos nafta y pegamos una siestita hasta casi las 7, y ahí arrancamos por la 141 buscando la salida del sol, con las voz del Indio haciendo compañía, que es parte del ritual de regreso a casa.







Mientras trato de cerrar la crónica se me pasan cientos de imágenes del recital, sonrisas, rostros flotando, cuerpos con los puños en alto, los trapos bailando en medio del pogo, las palabras del Eli, los cantitos populares y antifascistas, y sé que no puedo expresar todo eso en un texto de la computadora, no solamente porque no tengo palabras para describir todo eso, sino porque ¿cómo contar algo sentipensante? ¿cómo comunicarlo? Es imposible, hay que vivirlo, hay que estar, hay que ser parte de esa comunión. Y no, el rock no se explica, el rock se vive.
De fondo suena el disco Gardeliando, “no no lo entiendes no, es mi manera de ser feliz…”, y sonrío.
Nos vemos la próxima.
Pd: gracias a Hugo y Huguito, al Juanchy, por permitir que los medios autogestivos y comunitarios podamos cubrir el recital.

