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¡¡ROHAYHU PARAGUAY!!

La Renga volvió a Paraguay y nuestro amigo el Jose Oviedo, el Jota, estuvo haciendo toda la cobertura de otro hermoso banquete

…Ahí estaba yo, con los codos en la mesa, tirándome los pelos, recién salía de un laburo, ya tenía que ir a otro. En ese momento sonó el celular, era un mensaje de Romy: “ya está todo listo para Paraguay, prepará el bolso”. Fue suficiente para que desaparezca todo mi cansancio. Años de viajar por todo el país me prepararon para viajar con lo mínimo: una mochila para las cámaras, un bolso matero para la ropa. Tenía que pensar también en los pasajes, dónde iba a dormir, dónde iba a ser la previa, qué lentes llevar. “Papá, ¿me cargás la sube?” me despierta mi hija del transe. “Sí, hija”, le contesto… y arranca la aventura.

Camino a Asunción, Paraguay

Después de 18 años, La Renga volvía a Paraguay en el marco de la gira 2025. Yo ya había estado en Uruguay, y ahora me iba a Paraguay. No podía estar más nervioso. Mi ansiedad fue tal que llegué a perder la voz por unas horas. Tenía que planear el día del viaje al milisegundo. Por la mañana ir a mi trabajo de supervisor, por la tarde dar clases como docente, y salir de la escuela derecho a la terminal de Retiro. Luego de estar a las corridas por un par de horas, y de perderme en el subte, llegué con algunos minutos de ventaja. Me crucé con la pandilla: Romy, Raque, Sarita, Eli, y algunos amigos nuevos que hice. Partimos rumbo a Asunción, Paraguay. Fue apoyar mi 1,85 de cuerpo en el pequeño asiento “semicama” y desmayarme todo torcido. Para un ansioso como yo, poder tachar unas horas durmiendo es mucho. Después de 18 horas de viaje y 3 horas de demora en la aduana, estábamos en Asunción del Paraguay.

¡Aaii mi Paraguay querido -con tu avenida parecida a Camino de Cintura, o tu barrio parecido a Maipú Mendoza- cuando yo te vuelva a ver! Es que la primera impresión que me regaló Paraguay fue la sensación de estar en un lugar conocido. Aterrizamos en la terminal de ómnibus el sábado del show. Luego de hacernos de algunos guaraníes -pesos paraguayos- partimos para el Puerto de Asunción.

Previa

Originalmente, el show sucedería en el Hockey Club, un hipódromo en Asunción del Paraguay con una capacidad para 80 mil espectadores, pero se cambió por el Puerto de Asunción que tiene un capacidad menor a 10 mil espectadores. Al parecer, la baja cantidad de entradas vendidas fue la causa principal. Llegamos, hicimos los trámites correspondientes de prensa, y caminamos hacia la “previa”. Después de muchos recitales de La Renga, uno está acostumbrado a un mar de gente en la previa, sin embargo, al llegar a la entrada principal, encontramos muy pocas personas. Habíamos llegado 4 horas más tarde de lo previsto. Teníamos un cansancio creciente, pero sobre todo, HAMBRE. Romy empezó a mandar mensajes y luego nos contó: “les dije que nos guarden un tupper jaja”. Efectivamente, llegaron algunos micros a la entrada, y en uno de ellos estaban nuestros amigos, los mismos de siempre. El que es renguero de verdad disfruta de toda la experiencia: viajar adolorido 18 horas, charlar y beber, comer asado, dormir incómodo, experimentar un show inolvidable, desencontrarse con algún amigo por horas a la salida, encontrarse con amigos de siempre, hacer amigos nuevos. Todo se disfruta. Todo es parte del banquete. Así que llegaron los amigos de siempre, y entre el frenesí de los abrazos, el griterío de alguien que te quiere mucho, y la difícil tarea de fotografiar a un grupo que no para de crecer, apareció un tupper verde, la salvación, con un poco de carne y tomates. ¡SÍÍÍ, PROTEÍNAS! Eli, que venía con la peor de las ondas, revivió.

La Renga en El Puerto de Asunción Ya comidos, bebidos y abrazados, entramos al predio. La primera sensación fue de desconcierto. Era un predio pequeño. En el acceso al campo estaba la barra y un stand de remeras. Más adelante estaba el campo, a la izquierda tenía el río separado por un pasamanos, y a su derecha limitaba con un terraplén desde donde se podía ver el show tranquilamente. Frente al campo, obviamente, el imponente escenario. Mientras hacíamos reconocimiento con las amigas fotógrafas, nos llegaron rumores: había fallecido alguien en la previa. Quedamos helados por un instante. Después de caminar un rato en silencio, empezamos a alistar los equipos. Eli me dijo que necesitaba ayuda. La vi aterrada: “no me funciona la batería de la cámara, y no encuentro la de repuesto”. Yo tenía una extra, probamos y funcionaba bien en su cámara. Romy la codeó fuerte y le dijo: “¡viste que tenías que cambiar las energías!”, respiramos aliviados entre risas. En las redes ya se calentaban motores. Circulaban videos del Chizzo en moto por Paraguay, junto a motoqueros locales. Empezó a sonar la primera banda y nos mandamos al frente. “Dentro Del Sol” se llamaba la banda, un power trío que sonaba con una fuerza hermosa, la gente la recibió muy bien.

En el entretiempo de las bandas, aproveché para hacer amigos paraguayos. Encontré gente muy amable, afectiva, nuevos amigos que volveré a ver. Subí al terraplén, una especie de platea ya, y se veía el escenario perfectamente. Volví a notar la cantidad de gente, quizá unas 5 mil. Luego de banquetes con decenas de miles de rengueros, como en Huracán, podríamos decir que fue un show íntimo. Se apagaron las luces y se encendieron los celulares. Empezó a sonar “Buena ruta hermano” y no pude evitar pensar en aquel muchacho que se nos había ido por la tarde. Un amigo que ya no está, un amigo que no conocí. La Renga hizo vibrar el puerto. No importa cuántas veces escuches a La Renga, porque siempre que lo hagas, vas a sentir esa piña en el pecho, ya sea por su música o por sus letras. “¡Rohayhu, Paraguay!”, gritó varias veces el Chizzo, y prometió que volvería pronto a Paraguay. El Tete se corrió toda la cancha, provocando la envidia de este cronista a quien le rechina la rodilla cada vez que camina más de una cuadra. El Tanque en la batería y Manu Varela en los vientos completaron la banda que sonaba más afinada que un reloj suizo. Como siempre, la velada terminó con “Hablando de la libertad”. Chizzo se despidió al grito de “¡Rohayhu, Paraguay!”, y a pesar de haber tocado más de 30 temas, siempre queremos más de La Renga.

  1. Buena ruta hermano
  2. Buena pipa
  3. Tripa y corazón
  4. Detonador de sueños
  5. A la carga mi rocanrol
  6. Al que he sangrado
  7. Hay un tirano que es para vos
  8. Desnudo para siempre (o despedazado por mil partes)
  9. Motoralmaisangre
  10. Ese lugar de ninguna parte
  11. Corazón fugitivo
  12. Parece un caso perdido
  13. A tu lado
  14. El mambo de la botella
  15. El rito de los corazones sangrando
  16. El rey de la triste felicidad
  17. Cuándo vendrán
  18. La banquina de algún lado
  19. Bien alto
  20. En el baldío
  21. Balada del diablo y la muerte
  22. El juicio del ganso
  23. El ojo del huracán
  24. Oportunidad oportuna
  25. El viento que todo empuja
  26. La razón que te demora
  27. El final es en donde partí
  28. Somos los mismos de siempre
  29. El revelde
  30. Oscuro diamante
  31. Hablando de la libertad

Volver a casa

El show terminó y teníamos que volver a casa. Salimos del predio y me sorprendió el precio de una hamburguesa: 10 mil guaraníes, unos 2 mil pesos argentinos, y muy ricas. Luego de despedirnos de los amigos de siempre y de los nuevos, comenzamos la vuelta a casa. Sarita, Eli, Romy, y yo, el Jota, nos tomamos un auto a la terminal. Conseguimos pasaje para el domingo a las 13h., era el único más cercano y que se ajustaba al presupuesto de unos fotógrafos a fin de mes. La zona de la terminal de ómnibus estaba muy apagada, ningún local abierto, y siendo las 2 a.m. aproximadamente, era muy poco amable con los turistas. Así que decidimos pasar la noche en la terminal, junto a otros rengueros que corrían con la misma suerte. Desperté a la mañana por los ruidos de la gente que llegaba. Estaba tapado con una manta que me había puesto Sarita. Me vio temblando y me tapó, la amo. Después de un baño polaco, y estirar las patas, nos fuimos a desayunar. Es muy de glotón mi apreciación, pero qué rica es la comida en Paraguay, y muy barata. Los y las paraguayas que nos cruzamos fueron muy amables con nosotros. Dan ganas de volver a visitar Paraguay. La vuelta a casa fue con más pena que gloria, pero con el cansancio acumulado se pudo dormir en el viaje. Luego de 18 horas en ómnibus, 30 minutos de subte, 1 hora de tren y 30 minutos más en bicicleta, me pude encontrar con una ducha caliente. Ya con el diario del lunes, supe que el muchacho que había fallecido se llamaba Nestor Torres, y que La Renga ya estaba colaborando para poder repatriar sus restos.

Suena mi teléfono, un mensaje que arranca: “hola profe, hoy vamos a…”. Con el cansancio latente y sin poder procesar todo, mi mente se aturde con los ecos del fin de semana: “¡Rohayhu, Paraguay!”, “somos bien pocos”, “medio chori para cada uno y el tomate para Romy”,“fue recién, dicen que murió en la playa”,“¿cuánto es en pesos argentinos? Sacá la cuenta, Jota”,“tenemos que volver a Paraguay”,“hola profe, hoy vamos a…”,“vas a ir a Brasil? Y a Rosario? Y a Chile? Y a Mardel?”. “Papá, ¿me cargás la sube?”, me despierta mi hija del transe. “Sí, hija”, le contesto… y arranca otra aventura.

Pd: gracias a la prensa de La Renga, al Manu, y a Guada de G5 Pro, por permitir que medios autogestivos y comunitarios podamos realizar la cobertura del banquete.