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Voy a estar buscando siempre una sonrisa

Cabra da Peste en el mítico estadio de Atenas de La Plata

Por el Juancho Mazzeo – @largavida.alrock.radio

Ruta 6, domingo al mediodía, suena el Indio en el auto mientras pasamos por el acceso a Marcos Paz. El Tonga duerme de a ratos y tenemos que volver a los pagos, pero la intención de pasar por la rotisería Nuestra Señora de Luján estuvo muy presente y capaz que el Cordobés esta roncando y hoy no abre. “Quedará para la próxima” me digo a mi mismo porque el copiloto también va roncando, mientras sonrío al recordar a la familia Gamboa entrando al Estadio de Atenas.

Un mes antes de celebrar sus 7 años como banda, Cabra da Peste llevó adelante su primer Estadio de Atenas de La Plata. El mítico Víctor Cassiani de avenida 13 entre 58 y 59, fue testigo del carnaval de los barrios y todavía sigo flotando por ahí, de felicidad, de alegría por esta familia que sigue apostando por un camino donde la bandera que sostiene el proyecto es la que todo arte ES político. Y atrás de esa bandera hay cuerpas que militan lo que cantan, y esa coherencia entre pensar, decir y hacer, se convirtió en un faro para mí en medio de tanta cobardía, virtualidad y deshumanización que vivimos en lo cotidiano.

Viernes 7 de noviembre, en la república de Pavón, un mensaje “vamos a La Plata”, una respuesta “pará que acomodo unas cosas y voy”, y el forcito saliendo a tierras inhóspitas: autopista, ruta 41, la 6 y entrar por la 215 que se hace avenida 14. La lluvia nos acompañó todo el viaje, llegando a lavar los mates que cada tanto me pasaba el copiloto, para llegar a las 6 y media de la tarde a un par de cuadras del estadio, mientras los mensajes agitaban un “vengan para el estudio”. Luego de una charla con el tachero sobre fútbol y política (tripero y peronista el viejo), llegamos a la Casa da Peste para encontrarnos y abrazarnos, y reírnos, y cantar y celebrar, y todo estado de ánimo que trate de bajar la ansiedark reinante, mientras la Rochi y el Emi ultimaban detalles de la escenografía, el Carucha se cantaba alguna cumbia y el Chufer se comenzaba a recibir de maestro pizero.

Medianoche en el Víctor Cassini, “la ciudad dormida y él anda aún, buscando un amigo…” me viene Hermética a la cabeza antes de que la noche estalle con la voz del Pacha. Va llegando gente al baile y me quedo un rato más antes de irme a dormir porque soy un hombre mayor que perdió la costumbre de dormir 4 horas en 3 días. Adiós juventud, adiós carnaval.

Hay ronquidos en el departamento, una alarma horrible del Rama que marca el inicio de un gran y hermoso día. Cargo el mate y nos vamos para el estadio a las 8 de la mañana. La adrenalina que cargamos es terrible y el ingresar y ver el escenario armado, cajas de cables, luces, sonido, y el todo que va cobrando forma, y yo disfruto de ver todo ese amor flotando por ahí, y soy feliz viendo a estos pibes cumplir un sueño. Me siento el meme ese de que todos están bailando y el chabón en un rincón pensando “ellos no saben…” jajaja, soy ese, ellos no saben que uno es feliz viendo como otres son felices. Aunque también, el trabajo docente, te hace leer rostros, miradas, leguaje corporal, y ahí fui a dar una mano a la Rochi y el Emi con la escenografía, entre mates, chipas y medialunas.

Sigue cayendo gente al baile: la banda de los viercoles, la Vane y el Franco, los neuquinos, la familia da peste se va agrandando.

El todo va tomando forma y el cambio de bebida nos marca el tiempo, dejamos el mate para compartir un vaso mientras se acomodan los instrumentos en el escenario y sigo haciendo algunas fotos de todo lo que voy viviendo. Se cierran las puertas del estadio, marcando el tiempo del tramo final: prueba de sonido, escenografía, luces, bufet, Tienda da Peste, pulseras para que no te rajen los pibes de seguridad, los trapos que se van colgando y el “loco! No filmen nada che!!!”. Qué lindo que va quedando.

Sonido, luces, escenografía, un ferné, la remera de la fecha, la cámara de fotos, un abrazo, otro abrazo, risas, reencuentros, felicidad, amor, ufff, qué hermosa locura. Y se abren las puertas.

La banda de Martín da comienzo a la velada. Ojos Locos que está de gira celebrando los 20 años de Guerra de Nada, nos ofrenda un set hermoso: Buen día, Andan los caminos, Una verdad en tú corazón, Ahí, Esta noche en este mundo, Vacaciones, Monito, Nena on, Guerra de nada, Mira sin ver, Una parte del principio, El río sabe, Paciencia, Puede ser hoy, Así, Ahora y todo y Anda diciendo. Qué bien que está sonando la banda, esa armónica le da un plus sonoro increíble. Una banda a la que llegué luego de escuchar al Martín con Tango y Roll, y que hoy disfruto de verla en vivo y de escuchar sus discos. Una hora de rockanroll para calentar las cuerpas haciendo bailar a un público que le fue dando color a una gran noche. Ojos Locos sale de gira por Cuyo 14, 15 y 15 de noviembre, el 21 en Uniclub en una nueva edición de “Sobrevivo Rock” y el 19 de diciembre en Flores.

A las 21hs, con un estadio colmado, se comenzaron a escuchar los primeros sonidos de la banda de sikuris invitada, Semilla Picante, para la ceremonia de inicio, que se fue abriendo camino entre el público hasta el escenario, desatando toda la locura con los primeros acordes de Bus al norte. La lista siguió con: Cansado, Todas las ratas, Quién, Alejados de la realidad, Río de Janeiro, Cuanta policía, Hermanos, Libres, Sobre las balas, Ojalá, Malabares, Candombe, Latino, Santiago, Nochecitas, La Rockera, Artemisa, Semilla, Ningún pibe, Triste, Costilla, Argentina, Mal en Karma, Las voces del barrio, Terraza, Entre la risa, Abstinencia, Cambios y la Vida siempre.

Tres horas de recital, tres horas de alegría, tres horas que empezaron meses antes y que siguen sucediendo mientras escribo estas líneas. Tres horas que se expanden, te abrazan, te sostienen, resisten y levanta el puño para convocar a las tribus y construir esas utopías posibles. Es trinchera, refugio y construcción. Es Cabra da Peste, barrio y corazón. Se me cae una lágrima, sí, estoy feliz.

Reviso las fotos y trato de recordar los invitados de la noche: las trompetas, Charly rapeando, el Ale Vera, Lucho, Marcos, Chanchín, Paula y Mariano, Nico, Juan Domingo y Héctor, Martín, y toda la familia da peste en el cierre. Ya sé que me perdí toda la fiesta en la calle, en las esquinas, el asado en Punta Lara, pero bueh, no van a faltar otras fechas para caminar en la previa.

Quiero resaltar el tema de lo visual y el sonido. El sonido fue impecable, se escuchaba bien desde todos lados, sin fisura. El trabajo del Laucha es increíble. Y la apuesta por las luces que hizo el Tise fue genial. Desde lo visual y en sonido, se subió la vara de la banda a otro nivel, y creo que el público y la secta de les fotógrafes lo sabemos. Acá se dio un paso más no solamente en convocatoria, sino en esos detalles que potencia el todo que nos ofrenda Cabra da Peste en cada recital. Cri-mi-nal.

Terminamos de cargar parte de la escenografía al auto del Emi, nos despedimos pensando en qué otra fecha nos vamos a cruzar y me fui para la esquina de 59 y 13, donde estaban terminando un mural de Cabra. El “francomóvil” era punto de reunión. Brindamos, comimos restos de un asado y me fui a dormir porque el día estaba pasando factura a un señor mayor.

El domingo a las 11 de la mañana emprendimos el regreso desde la ciudad de las diagonales, sabiendo que nos volveremos a reencontrar el 27 de diciembre en Palermo. Ahí nos vemos.

Cerremos el intento de crónica porque tengo miles de imágenes circulando por el corazón y no puedo pasarlas a la cabeza para darles palabra. Tal vez deben quedar ahí.

Pd: qué bien que la pasamos.