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Ladren lo que ladren los demás

Intento de crónica, entre lágrimas y sonrisas, de los 20 años de LFDAA

Por el Juancho y Gustavo, @largavida.alrock.radio

Lunes por la mañana, el bondi surca la autopista hacia la Docta, transportando un silencio que refleja la intensidad con estos cuerpos participaron de una nueva ceremonia pagana. Intentamos intercambiar pseudo-ideas con el Gustavo, compañero de viaje y colaborador en la crónica, de las primeras sensaciones que lo vivido el domingo 7 en el Estadio D10S de La Plata. No podemos avanzar más de “es como que el Indio se está despidiendo”, frase que deja un nudo en la garganta y un dolor ahí en medio del pecho, y tratamos de buscar otros recuerdos para intentar seguir hablando.

Se nos complicó para estar los dos días y nos organizamos para estar el domingo 7. Unos mensajes al Javi de Oktubre: “guardame dos lugares para el domingo”, “¿del Rosedal a qué hora?”, “listorti, ahí nos vemos!”. Esta vez el forcito descansó y arrancamos en bondi  el sábado a la tardecita, con unos sanguches de milanga, hielo, sacacorcho y el pedido a la Laura para que compre unos vinitos para compartir y como medicina del sueño. Luego de unos días y noches mal dormido por la ansiedark, pasando Villa María el cuerpo pidió roncar sin culpa. Me desperté para disfrutar a la distancia el paso por la República de Fighiera, como dice el Negro Gamboa “y se vuela la cabeza por su tierra…”, para meter un segundo tiempo en la competencia de ronquidos y activar nuevamente a la altura del Doke.

Encaramos por 13 y se comienza a ver el estadio. El cuore se acelera ¿taquicardia o redonditis? ¿ambas? La manija está allá, en los satélites. 13 y 25, tiramos ancla al bondi y nos fuimos a la casa de Miguel, 25 y 525. Pedimos agua para el mate (si sí, somos gente mayor que necesitamos activar la vida con unos mates) y el patio se va encendiendo con mucho rocanrol, empanadas al horno de barro, el hielo y la bebida imperialista se abrazan con el brebaje de hierbas serranas, un pritiado por otra mesa, un partido de truco que ni el var pudo definir un ganador, y las gargantas cantando a los redó. Es una fiesta, es una ceremonia pagana. Lo sabemos, así como también sabemos que hay que disfrutar cada convocatoria como si fuese la última y esa idea te aprieta el pecho provocando un dolor muy difícil de explicar.

Salgo a caminar un rato, me encuentro con la Pau, la profe de poncio pilates, sonrisa de oreja a oreja, con su trapo y contando lo que vivió el sábado y de la lista de temas que llevó como trofeo. Lo veo al Alex en su puesto de comida, otro personaje buenaso que el rock me acercó, y la avenida 25 que va tomando color y olor. Vuelvo a la casa de Miguel, me hidrato mientras saludo al Javi, al Samu, el César y más personajes que solamente en el mundo del rock vas a poder encontrar. Coordinamos con el Gustavo puntos de encuentro y me voy para 32 y 20 a buscar el precinto que vamos a tener la secta de les fotógrafes. Para que se ubiquen, un cuadra de 6 o 7 cuadras, nosotros estábamos en un vértice y tenía que ir al vértice opuesto, y luego volver porque teníamos que ingresar por 25 y 526.

Aproveché para hacer unas fotos por 32 al mural que hizo el Javi Quintana con el dibujo de Serafín y a los trapos de todos los puntos del país: Jujuy, Ushuaia, Mendoza, Misiones, Casilda, Perga, Lago Puelo, La Pampa, Bahía y mucho conurbano bonaerense. Rock, humo, risas, abrazos, remeras agitando cada tema que sonaba de casi todos los discos de redondos y fundamentalistas. El movimiento cultural más importante, popular y federal de los últimos tiempos, donde la única forma de transmitirlo es vivirlo. Y eso sigue sucediendo: muchas familias, muchas infancias presentes, todos vestidos “para la ocasión”.

Antes de las 18.30 me fui a retirar la pulsera y a patear para ingresar por el otro rincón. Suena la voz del Indio por todos lados, y cada canción me transporta a viejas historias, frases que te acercan recuerdos, charlas, abrazos, los puños en alto.

El Diego nos recibe al ingreso del estadio, nos bendice para que disfrutemos de los placeres que nos quedan, sin dañar. Me asomo desde lo alto de la platea B para observar el escenario… piel de poio y taquicardia. Ya estamos. Aparece el Gustavo luego de haber fracaso con todo éxito en su intento de cambiar el ingreso a la platea por un campo, y nos sentamos a disfrutar de ver y estar ahí. Mi amigo uruguayo me saluda desde el campo y nos recordamos que queda pendiente el compartir charlas y bebidas para un próximo encuentro. Cerca de las 20.30 me voy al punto de reunión de la secta de les fotógrafes con Nacho, quien está al frente del manejo de la prensa de la banda, gran persona con la que estoy en deuda que prometo saldar en la próxima. Me siento a charlar un rato con el Toto Ciccone sobre la fiesta sudaka del miércoles (que no pude ir) y de la muy buena versión que hizo Duratierra de Puño y Letra. Un abrazo con la Valen y el Agus, que cargaban una emoción terrible, y comenzamos a caminar hacia el escenario por el anillo superior a las plateas y la cabecera.

De alguna forma, el tiempo iba como en cámara lenta, no sé, como una disociación entre la aceleración personal y el tiempo real: el infierno se desataba por dentro mientras la realidad caminaba como los árboles en el Señor de los Anillos, los Ents. La locura es total, hacemos como que hablamos con el resto de les fotógrafes, pero somos varios los que estamos que queremos tirarnos de cabeza en el campo y que explote todo.

Las 9 y cuarenta, se apagan las luces, intro de las guerras de las galaxias con algunas imágenes de los 20 años, intro danza guerrera Siux, la garganta se seca, las pulsaciones se fueron al carajo, los ojos se humedecen, el “nosotros” se reinventa en esa hermosa comunión de abrazarnos y saltar y cantar y reír y llorar y extrañarte, Carlos Solari. El “todo eso” al tiempo que sucede la lista: Un par de fantasmas, Todo preso es político, Nike es la cultura, Amnesia, Canción para un Goldfish, Maldición, va a ser un día hermoso, Ya nadie va a escuchar tu remera, Adieu! Bye Bye! Aufwiedersehen!, Mi caramel machiato, Un poco de amor francés, Tarea fina, Pabellón Séptimo (Relato de Horacio), La piba de Blockbuster, Yo no me caí del cielo, Mi genio amor, Pool, averna y papusa, El tesoro de los inocentes, La muerte y yo, El infierno está encantador esta noche, Reina Momo, Ceremonia durante la tormenta, Tomasito, podés oírme? -Tomasito, podés verme?, Tsunami, Héroe del whisky, Noticias de ayer, Encuentro con un ángel amateur, To Beef or Not to Beef, El charro chino, Todo un palo, Ciudad Baigón, Había una vez…, Un ángel para tu soledad, Yo caníbal, Juguetes perdidos, Mariposa Pontiac / Rock del país, Flight 956, Jijiji.

En el medio, un video de Indio agradeciendo, saludando y cantando, mientras las lágrimas surcan muchos rostros, levantando los brazos, alzando el puño, revoleando una remera, flameando un trapo, subiendo a alguien sobre los hombros, intentando hacer foco con la cámara sin lograr enfocar por tengo la vista nublada por el llanto. Sos refugio, sos trinchera, sos esa palabra, esa frase, esa melodía que nos rescata en tiempos violentos y deshumanizados.

Vuelvo por 25 con lo que queda de mis piernas, hacia la rotonda en busca del bondi. Nos abrazamos con el Alex, le compro algo para comer y sigo. En ese momento empiezo a darme cuenta que el clima se había puesto un poco fresco, tal vez porque el ritmo interno y el externo comenzaban a coincidir y bajaba la adrenalina de toda la jornada. Los cuerpos van llegando y nos abrazamos con el Gustavo, un abrazo que simboliza todo lo que venimos intentando describir en esta crónica.

Tres horas de recital, un sonido cri-mi-nal en manos del Andy Carbonel, la escenografía y luces en un nivel increíble, con unas pantallas curvas en los laterales, como torres, que jugaban con lo tridimensional. Cada recital de LFDAA tiene un trabajo de escenografía y luces para que toda la banda pueda lucirse, que se destaquen en determinados momentos, provocando un estímulo visual que habilita un disfrute mayor en cada canción. Es necesario comenzar a señalar y nombrar, si tenemos la data, de esos equipos de laburo que están en los detalles para que la banda suene de la mejor forma posible. Y acá fue un trabajo zarpado.

Bondi completo, cuerpos y espíritus que comienzan a reencontrarse al reclinar el asiento y quebrar. Alguien golpea la ventana del micro y bajo a saludar a Kati, Valen y el Agus, la sonrisa de los pibes es la síntesis de las dos noches. La noche tira un salto mortal y comienza la competencia de ronquidos hasta parar, nuevamente, en Villa María y comenzar a resucitar. Llegar al rosedal cerca de la una y media, y rumbear hasta la terminal para el último tramo.

Ya en la 38 me puse a escuchar a PR, en ese ritual que me acompaña desde hace años. El gustavo se bajó en el cruce a San Marcos, nos despedimos sabiendo que fuimos felices, que fuimos testigos de una ceremonia pagana hermosa y que el rock te regala eso, historias, amistades, recuerdos que mienten un poco.

Martes a la siesta, calorón en Cruz del Eje, no sabemos cómo terminar la crónica porque queremos decir tanto y nuestras limitaciones literarias se hacen más evidentes. Termino de editar las fotos mientras escucho oootra vez el concierto del domingo, lo escucho a Indio y entre lágrimas le hablo a la pantalla “gracias…”

El movimiento cultural más federal y popular de las últimas décadas es increíblemente hermoso, es tan encantador…

Gracias Indio y gracias LFDAA por el amor que nos ofrendan.

Pd: como siemPRe, agradecer a Luz Espeche y Nacho Ortuño por permitir que medios autogestivos y comunitarios podamos realizar la cobertura.