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Deterioro y riesgos para los productores de alimentos. Afecta especialmente a pequeños y medianos establecimientos.

Hay una combinación de caída de precios en origen, aumento de costos, apertura importadora y atraso cambiario.

A dos años de que asumiera la presidencia del país Javier Milei, el sistema productivo que se encarga de abastecer de alimentos al mercado interno sufre un “proceso acelerado de deterioro productivo, comercial y social”, de acuerdo al informe elaborado por la Mesa Agroalimentaria Argentina (MAA) con aportes del Centro de Economía Política Argentina (CEPA).

Dicho reporte advierte que hay una combinación de “caída de precios en origen, aumento de costos, apertura importadora y atraso cambiario” que afecta especialmente a pequeños y medianos productores.

El relevamiento muestra que mientras algunos sectores orientados a la exportación obtuvieron beneficios, una parte significativa de las economías regionales registra pérdida de rentabilidad, una disminución de productores activos y dificultades para sostener niveles mínimos de inversión. El resultado es un proceso de concentración que avanza junto a un debilitamiento de la base productiva local.

Uno de los casos más ilustrativos es el del sector porcino. Entre octubre de 2023 y octubre de 2025, la importación de cabezas de cerdo se multiplicó por casi siete, pasando de 545 mil a 3,72 millones. En el mismo período, desaparecieron 279 productores. Los datos muestran que, pese a la retracción en la cantidad de establecimientos, el promedio de cabezas por productor aumentó un 20%, lo que evidencia un proceso de concentración de la producción en menos actores.

Una dinámica similar se observa en la cadena yerbatera. Entre diciembre de 2023 y junio de 2025, el precio real de la hoja verde cayó 45,9%, una contracción significativamente mayor que la registrada en el precio final al consumidor, que descendió 31,8%. Esta diferencia se tradujo en una merma de la participación del productor en el precio final, ya que en junio de 2025 los ingresos en origen representaron apenas el 18,9% del valor en góndola, con un promedio semestral de 16,5%, el nivel más bajo desde 2019. Según el informe, “para recuperar la participación previa, el precio al productor debería incrementarse cerca de un 29%”.

Deterioro

El complejo vitivinícola también muestra señales de estrés económico. Entre 2023 y 2025, los costos internos del sector aumentaron un 74%, mientras que la apreciación del tipo de cambio real redujo la competitividad. La estructura productiva refleja un “alto grado de concentración: aunque el 75% de los viñedos tiene menos de 10 hectáreas, estos representan apenas el 25,8% de la superficie cultivada, mientras que el 7,4% de mayor tamaño concentra cerca del 45% del total”. En un contexto de precios presionados y mayores costos, esta asimetría dificulta la continuidad de los establecimientos más pequeños.

En el sector frutihortícola, el informe señala una pérdida progresiva de competitividad. En hortalizas, los “precios recibidos por los productores evolucionaron por debajo de la inflación, al tiempo que los costos de insumos y logística continuaron en alza”.

En frutas, particularmente en peras y manzanas, se registró un incremento del 51% en las exportaciones, pero con una caída del 10% intermensual en el precio al productor y un aumento interanual de apenas 2%. Esta dinámica “estrechó los márgenes y desplazó al sector desde un escenario de estabilidad hacia uno de rendimiento decreciente”.

Importaciones

El informe también analiza el impacto de la competencia externa. En productos como limón y cebolla, el ingreso de mercadería importada al Mercado Central de Buenos Aires se dio a precios superiores a los de la producción local, presionando al alza los valores de referencia. En el caso de la yerba mate, las importaciones acumuladas pasaron de 4,7 millones de kilos entre enero y octubre de 2023 a más de 10,4 millones en el mismo período de 2024, un aumento del 221,3%. En 2025, el volumen importado se mantuvo en niveles similares, profundizando la presión sobre los precios internos.

En el complejo vitivinícola, la importación de vino creció 415% en 2024, afectando la colocación y los precios de la producción nacional.

Finalmente, el informe de la MAA destaca el efecto del atraso cambiario sobre el conjunto del sector frutihortícola. Con precios internacionales relativamente estables, “los exportadores reciben menos dólares netos, mientras los costos locales continúan en ascenso”.

El resultado es una brecha creciente entre inversión y facturación, que deriva en “márgenes nulos o negativos, caída de la capacidad de inversión y mayor endeudamiento para financiar cada campaña”.

El diagnóstico concluye que el sector agroalimentario orientado al abastecimiento interno atraviesa un punto crítico a raíz de la combinación de “menor rentabilidad, aumento de importaciones y concentración productiva ya se refleja en el abandono de fincas en distintas regiones”.

Más allá del impacto que las políticas del Gobierno nacional provocan al sector, el informe advierte que estas dinámicas tienen “implicancias directas sobre el empleo, las economías regionales y la sostenibilidad de las cadenas que garantizan el suministro de alimentos al mercado interno”.

* Universidad Nacional de La Plata (UNLP)

Nota de Diario Tiempo Argentino